Fueron muchos los negocios privados que ante la actual situación epidemiológica del país, se vieron afectados. Si bien algunos se mantuvieron con ofertas de servicio a domicilio y comida para llevar, otros tuvieron que cerrar sus puertas hasta nuevo aviso para dar cumplimiento a las medidas orientadas por las autoridades sanitarias y mantener el aislamiento social.
Los desafíos que deben enfrentar los restaurantes en Cuba al reabrir sus puertas no serán pocos; el Abuelo D’ Oro, considerado uno de los sitios más populares de la Calzada de Aldabó, ya se prepara para esta etapa post COVID−19, en la que debe presentar una nueva imagen y una variación en su carta menú.
Guillermo Díaz Rodríguez, propietario de dicho establecimiento, asegura que siempre han incluido diversas opciones para sus clientes, con entrantes típicamente cubanos, entre ellos croquetas caseras, ensalada fría, frituras de malangas y tostones rellenos.
“Además de la calidad, nos distingue la cantidad que servimos en las llamadas «completas». En estos casos podemos ofertar como plato fuerte, desde una pechuga de pollo, ropa vieja, vaca frita hasta unas masas de cerdo de oro. Estas últimas por supuesto, marcan una diferencia pues llevan el nombre del restaurante: se trata de unas masas glaseadas con piña, miel de abeja y salsa de soya, que son agridulces y muy sabrosas. Lo anterior va acompañado, a elección del cliente, de arroz moro o arroz blanco y frijoles negros, de alguna vianda frita y de ensalada”, explica el dueño.
Teniendo en cuenta las condiciones actuales impuestas por el nuevo coronavirus, el menú del Abuelo D’ Oro debe variar. “Considero que muchos negocios deberían primero bajar los precios y acudir a las completas de comidas cubanas, para llegar a sectores más amplios de la población”, señala Guillermo.
Para cualquier negocio privado la anhelada reapertura será difícil. El tema del abastecimiento es complejo, incluso para la población, y esto también puede incluir cambios en los platos que normalmente se vendían. “Nosotros mismos estamos tratando de comprar insumos con los carnets de cuentapropistas, utilizamos una parte de estos recursos en el hogar y otra la reservamos para el restaurante, pero de ningún modo será suficiente. Tendremos que innovar aunque no queramos y buscar otras variantes”, afirma el propietario.
Por ahora en este negocio familiar se dedican a aprovechar el tiempo para acondicionar los locales, dar mantenimiento a equipos y realizar labores que resultan imposibles en días normales de trabajo. “Nos ha ayuda mucho la exoneración de los pagos por parte del gobierno, sobre todo porque no estamos desarrollando operaciones. Decidimos no ofrecer servicio a domicilio primero por la protección y seguridad de nuestros trabajadores; y segundo por la dificultad para acceder a víveres y productos necesarios”.
A su abuelo Manuel, y al legado de toda una vida dedicada a la gastronomía, debe Guillermo el nombre de su restaurante, que ya pronto volverá a brillar con excelencia, para seguir poniendo en alto el valor de la cocina cubana.