He estado siguiendo con cierta sistematicidad desde este sitio, la más famosa heladería cubana, y uno de mis reclamos recientes fue la cantidad de hielo en el contenido, pero algo dejé claro: la aceptable calidad del frío y gustado dulce (quizá demasiado, eso sí).
Un equilibrio de precio que estabilizó el mismo en 4 CUP la bola luego de algunos devaneos y ajustes tras el «ordenamiento económico» lo hacían asequible y recurrido, pues ante las dificultades de todos conocidas no dejaba de ser una atendible opción para la familia habanera.
Una visita al céntrico y legendario edificio del Vedado durante una pacífica mañana , y sin mucha cola, me hizo llenar sendos recipientes con dos sabores que disfruto mucho: tiramisú y moscatel (este último, verdadero emblema de la antigua Coppelia).
Me llamó la atención que la bola había depreciado un peso, o sea, ahora está a 3 CUP, pero lo atribuí a los ajustes que aun se hacen dentro del complejo proceso de «ordenamiento».
Cuánta decepción al llegar a casa y probar…aquello. ¡Ni un duro frío casero resulta así de aguado y sabe peor! Insoportablemente dulce (¡pobres diabéticos!) como si el exceso de azúcar pudiera compensar la ausencia de imprescindibles ingredientes, sin gota de leche o grasa que le confieren la densidad requerida.
No encontré hielo pues…parece que tanta agua no permite que cristalice, y entonces calculé que 3 CUP es …demasiado. Debiera valer 1.50 CUP (¡es que 1 CUP sería demasiado!).
Todos sabemos las dificultades que nos envuelven, pero ¿dónde quedó aquello de «la calidad es el respeto al pueblo» ? ¿es legítimo ofertar un producto otrora respetable, símbolo y orgullo de la gastronomía estatal a este nivel de insuficiencia y deterioro? A apenas un mes de un helado suficientemente digno – aun con los pedacitos de hielo o sin la excelencia de los primeros tiempos – ¿qué ha ocurrido para este descalabro?.
Foto: Perfil de Fb de la Heladería Coppelia
Y en última instancia ¿no merece el consumidor una advertencia , una explicación de las circunstancias que han llevado a este descenso apreciable de la calidad? ¿ o solo basta con rebajar un peso a la bola?
¿Dónde están los compañeros del «control de calidad», los inspectores ?
Son preguntas que, aunque retóricas, dejo a consideración de los lectores.
Sinceramente, tengo ganas de ir a devolver el helado, pero con estos calores, temo que al llegar este muestre tal nivel de » liquidez», que los administradores piensen que es pura agua lo que llevo.
Licenciado en Filología en la Universidad de La Habana, especializado en Literatura Cubana. Ha realizado posgrados acerca de la cultura nacional y universal. Escritor, crítico de artes y comunicador audiovisual; cuenta con más de quince libros publicados, algunos de los cuales han recibido reconocimientos (inter)nacionales, en los géneros de ensayo, narrativa y poesía, entre ellos Co-cine. El discurso culinario en la pantalla grande (2011), con el cual obtuvo premio a nivel de categoría (food literatura) y resultó finalista en la etapa final, dentro del prestigioso concurso Gourmand World Cookbooks Award, con sede en Madrid, España; ha curado varios ciclos sobre cine y gastronomía que se han presentado en salas de la capital e investiga desde hace varios años acerca de las relaciones entre la cocina y otras artes, lo cual vuelca en su columna en la revista Excelencias Gourmet.