Dime cómo hablas y te diré qué comes.
Bonjour á tous!
Si cerramos los ojos y pensamos en Francia, inevitablemente evocamos la Torre Eiffel, el amor, los perfumes, El Louvre… También imaginamos los cafés, el vino, el queso y la especial cocina francesa, que invita a paladearla por las exóticas fragancias y discretos colores que la distinguen, en la que exigentes chefs buscan la absoluta perfección analizando cada detalle con extremo cuidado, hasta transformar un plato en toda una verdadera obra de arte.
Esas imágenes son las que han llegado a países como el nuestro, pero no han venido solas. Vocablos como los que a continuación explicamos se adentraron en nuestras cocinas para ilustrar procesos o simplemente nombrar platillos.
Mis en place: Quizás algunos han escuchado esta frase que significa «todo en su lugar». Se emplea cuando estamos seguros de que que cada ingrediente, herramienta y utensilio se encuentra en el sitio correcto momentos antes de pronunciar la también clásica frase de «manos a la obra».
Frappé: Justo lo que nos apetece en esta calurosa temporada. Hielo perfectamente triturado en una bien preparada bebida, con o sin alcohol, o hasta un rico cafecito conocido popularmente como Frappuccino… (ups, creo que con este término me estoy transportando a otro país)
Consomé: Muchos con esta expresión recuerdan a su abuelita mimándolos con un caldo cuando tenían catarro. Pues esta especie de sopa, usualmente clara, se conoce con este vocablo francés.
Bisqué: Ahora me refiero a otro caldo, en este caso más concentrado. Su base fundamental son los mariscos.
Champignon (champiñón): Forma de designar a esta especie de seta que tanto gusta como aditivo de platos exquisitos.
Escalope: Para aquellos que prefieren una carne cortada en lascas, es este el término que deben emplear para ordenarla.
Julianne (Juliana): Modalidad de corte delgado como un palillo, empleada fundamentalmente para las verduras; aunque no hay cubano que se resista ante unas crujientes papitas fritas confeccionadas con este estilo.
Petit pois: Son esos pequeños guisantes tan escurridizos y que tanta alegría proporcionan a nuestros platos con su contrastante color verde.
Así que si quieres viajar desde tu cocina por unos minutos al país del amor, algunas de las palabras “extrañas” de tu libro de recetas ya no resultarán un impedimento para realizar tu sueño. Te invito a que cocines alguna deliciosa receta de origen galo y me comentes los resultados. Ah, y si conoces otra palabra francesa que se haya «colado» en nuestra cocina, compártela, no la guardes para ti.
Janet es licenciada en Derecho con experiencia en locución, comercio exterior y gastronomía. Practica yoga y es amante de la comida orgánica. Recientemente ha comenzado a incursionar en la crítica culinaria. Aboga por una gastronomía sana y natural. Domina el inglés y el francés. Amante de la trova, los perros y la naturaleza. Es miembro del Proyecto Comunitario Espiral.