Hace unos días se hizo pública la resolución que rige en Cuba para el tratamiento laboral-salarial y de seguridad social por la covid-19. Entre las diversas medidas aprobadas, queda claro que quienes desean colaborar o pueden asumir reubicaciones en puestos de trabajo de la “primera línea”; es decir, hospitales, centros de aislamiento o de atención a ciudadanos vulnerables, entre otros, reciben un salario y mantienen su vínculo laboral con la entidad de procedencia, tanto en el sector estatal como en el privado. De igual manera, en el sector estatal, quienes no puedan o no deseen asumir esta propuesta, quedan con su vínculo laboral de procedencia y se acogen a la licencia sin sueldo. En el caso del sector privado, los empleadores deciden cómo conducirse con sus trabajadores.
Como ya se sabe, el sector hotelero y gastronómico está prácticamente paralizado y se prevé que, a nivel global, su recuperación será lenta y compleja, a mediano y largo plazo. Los profesionales de este sector deberán trazar estrategias novedosas, acertadas y de impacto para retomar su rutina laboral y rehacerse ante insospechadas realidades. Particularmente, en Cuba, tanto a nivel de gobierno como desde la propia gastronomía, deberán afianzar la responsabilidad de proteger y superar lo alcanzado hasta hoy. Este es un grupo de trabajadores significativo en número, si tenemos en cuenta que, desde hace varios años, Cuba vive un boom en su gastronomía y en el turismo, por tanto ha existido una emigración cada vez más creciente hacia este sector laboral. Por otro lado, es de vital importancia que los clientes o comensales progresen en la cultura del “buen comer y beber” para que tomen conciencia ante la percepción de riesgos/percepción de seguridad, superalimentos, inocuidad, reciclaje de desechos, gastronomía Km 0, etc.
Por ahora, queda explotar al máximo la capacidad de resiliencia, la que hemos podido constatar desde las redes sociales, pues se visibilizan etiquetas de restaurantes, productores, emprendedores, con iniciativas muy oportunas y con visión a futuro, aún cuando han decidido cerrar estos negocios. Algunos restaurantes privados tomaron la delantera y comenzaron a reformar sus propuestas; unos se mantienen con servicio in situ, otros se re-direccionaron al servicio a domicilio o servicio para llevar —se hace imprescindible concebir normas de higiene y procedimientos para la adecuada implementación de estos servicios que de alguna manera son improvisados—. Desde el sector privado, los más altruistas han iniciado o incentivado sus proyectos sociales con población vulnerable. Poco después, comenzaron restaurantes estatales, hoteles, cafeterías, a brindar sus diversas ofertas, con precios más asequibles, mientras que los privados mantienen sus precios habituales. En cualquier caso, habrá que ver si los insumos estarán a la mano con el pasar de los meses para su sustentabilidad. También en todos los casos, se ha reducido significativamente el personal activo.
Mientras, hemos percibido preocupaciones e inconformidades con la aplicación de la ley laboral en este sector durante las medidas tomadas por la covid-19. Presumimos que, en las generalidades de la resolución, muy bien estudiadas, analizadas y expuestas, a veces se obvian especificidades para proceder en el sector privado que incluye, dueños, empleados permanentes e informales, cuando una buena parte de estos, en poco tiempo, serán una población sin recursos económicos mínimos, pues viven al día y sin garantías de volver a sus puestos laborales.
En el caso del sector gastronómico estatal, como ya expresé al inicio, sí tiene garantías para volver a sus centros de trabajo y muchos tienen estabilidad laboral por lo que podrían estar mejor preparados para “la espera”. Sin embargo, hay casos que requieren una atención dirigida como es la mesera y bartender del café-concert Gato Tuerto, la sommelier Bárbara Betancourt, quien es madre soltera, única entrada salarial de su núcleo familiar, tiene bajo su custodia a sus dos hijas adolescentes (estudiantes) y es responsable de su madre (adulta mayor), quien recibe una pensión muy limitada. Esta trabajadora gastronómica no puede asumir riesgos y ha decidido “quedarse en casa”. En su centro laboral le explicaron que debe aceptar la reubicación establecida o queda con licencia sin sueldo. La ley describe que en casos que no tengan solvencia económica, pueden acogerse a los beneficios temporales que brinda Seguridad Social. Así lo expresó esta gastronómica en su departamento de recursos humanos de la Empresa Extrahotelera Palmares y le respondieron que “ella no clasifica”. Visto así, damos por sentado que, en ese departamento, deben estar muy bien informados y preparados para ejecutar sus deberes, pero me cuestiono si, en la praxis diaria, no hay espacio para soluciones internas, muy específicas o complejas, como es el caso.
Hemos indagado en otros centros que prefieren permanecer en el anonimato. En algunos refieren inquietudes similares a las de Bárbara Betancourt y en otros, están complacidos con la gestión colegiada entre directivos y subordinados.
Estamos ante una dura realidad y los perjuicios pueden ser devastadores a escala individual y social. Esperemos que se apliquen, lo más justo y humanamente posible, las reglas en tiempos de covid-19, para que “cuando la tormenta pase, nos devolvamos mejores, como nos habían soñado”.
Licenciada en Ciencias de la Información y Bibliotecología en la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana. Graduada del primer Diplomado de Periodismo Gastronómico en Cuba, en 2015. Gestora cultural y directora (codirección) de la Agrupación Visual Gourmet. Directora (codirección) del Festival Gourmet. Ha escrito artículos de temática gastronómica para las revistas turísticas Sol y Son de Cubana de Aviación y Soy del Caribe de Aerocaribbean, para la revista de promoción cultural Cartelera y en sitios web A la Mesa y Cuba Paladar, Radio Metropolitana, Boletín Excelencias Gourmet y para el blog Taste of Cuba.