¿Por qué haces fotografía gastronómica?
En este género se unen mis tres grandes pasiones: la fotografía, la cocina y el buen comer. Me encanta cocinar. Lograr que un plato o coctel luzca apetitoso a partir de la disposición de luces y sus componentes, me resulta interesante y, a la vez, un reto. Sugerir, mediante una instantánea, sabores, olores, esencias, es algo que me apasiona. Además, considero que hay muy pocos fotógrafos en Cuba dedicados a este género que se debe explotar más, en el mejor sentido de la palabra. Por ello, me surgió la curiosidad y me replanteé mi futuro profesional, perfilándolo hacia la temática culinaria. Esto no impide que continúe ampliando mi diapasón, creo que todos debemos estar abiertos y tener la lente siempre lista para todo tipo de imágenes que nos muestren el mundo, como hago, por ejemplo, con otras modalidades fotográficas (documental, estudio, bodas, retrato, entre otras). Admiro el trabajo de cualquier fotógrafo, tanto los dedicados a las fotos de quinceañeras como de fiestas de cumpleaños. Y, aunque me inclino hacia otras concepciones estéticas, tengo un gran respeto por ellos porque pienso que fotografiar es un arte, así sea cuando captamos las cosas o sucesos más insignificantes o sublimes. La fotografía lleva implícita no solo el buen uso de la lente, sino también habilidades para captar el instante y comunicar con ello. Pero debo confesar que mi lente se ha enamorado de la fotografía gastronómica; me siento cómodo y satisfecho al captar el espíritu de cada plato o bebida; trasmitir esa sensación me reconforta. Busco, siempre, que las personas se enamoren de lo que podrían degustar.
¿Quiénes son tus referentes en la labor que realizas?
Para responderte, iré a mis antecedentes porque la historia de vida de cada cual influye en lo que somos, aunque no sea determinante. Soy graduado del Pedagógico, en Lenguas extranjeras, en 2002. En los tiempos en que estudié no había un gran desarrollo de escuelas de fotografía y ya comenzaba mi interés por querer mirar el mundo de otra manera. Anteriormente, había incursionado en la música y el teatro, siempre buscando otras formas de expresarme. En tercer año de la carrera comenzó mi romance con la fotografía. Al graduarme me percaté que la enseñanza de idiomas no era lo mío, entonces empecé a abrirme paso en el arte fotográfico. Ha sido un camino largo, de estudio, experimentación y de ser atrevido. Estuve un tiempo trabajando para la prensa donde conocí al que considero mi maestro y mentor, referente de la fotografía gastronómica en Cuba y en toda América Latina: Fernando Valdés (FERVAL). En 2013, Ferval me invitó a colaborar con Excelencias Gourmet y allí comenzó todo. Sobran las palabras para describir a este gran profesional y ser humano, a quien admiro y respeto.
¿Qué significa para ti haber marcado un estilo de impacto en Alamesa?
¡Uff! Decir que marqué un estilo en Alamesa es un poco presuntuoso de mi parte. Alamesa me dio otra oportunidad en el mundo culinario. Ya había pasado por Excelencias Gourmet, pero en Alamesa me “fundí” en la fotografía gastronómica. Fue un proceso de aprendizaje continuo y, como en todo proceso, redescubrí un montón de cosas y experimenté con otras tantas que hicieron que mi trabajo se fuera encausando. Fue una etapa muy movida. Pertenecer a esa plataforma gastronómica, sin dudas, ha sido una enorme satisfacción porque crecí profesionalmente y ha sido vital en mi proceso de madurez como fotógrafo gastronómico.
¿Cuáles consideras como mayores complejidades o especificidades de este género fotográfico?
La complejidad está en todo. Para nadie es un secreto que debemos estar bien equipados y eso se hace difícil en Cuba. Desde el punto de vista espiritual, hay muchos que no valoran este género. Una buena instantánea encierra muchos enigmas; depende de múltiples condiciones tanto físicas como subjetivas y considero que aún se subvalora esto, con más fuerza en este género. Piensan que todo se reduce a oprimir un botón donde haya luz y listo, pero no es así. Por ejemplo, para fotografiar un plato con sus preparaciones culinarias, debemos recrear la luz ambiental, aunque solo se utilice iluminación artificial, resaltando el producto o el detalle del plato más importante, sugiriendo que es delicioso para provocar el deseo de comer. Para ello hay muchas técnicas que el fotógrafo gastronómico debe dominar. También debe conocer cómo usar el equipamiento y modificadores de luces, así como los ángulos con un sentido creativo y original. La fotografía, sea cual sea, es un arte y debe respetarse. La fotografía gastronómica y publicitaria es relativamente nueva en Cuba socialista y las tendencias modernas internacionales cambian a una velocidad espantosa. Debemos mantenernos informados y conocer tendencias culinarias, los protocolos, maridajes y características de los alimentos, entre otros. Hay que leer, investigar y tener “un ojo alegre”, es decir, estar con la “chispa encendida” en todo momento. Buscar buenos referentes y ser un poco arriesgado o loco, diría yo. Hay que atreverse, y no hay mejor manera de hacer que, simplemente, hacerlo sin miedo. El mundo gastronómico es infinito, fascinante, lleno de bellezas y colores, tiene materia prima o mucha “tela por donde cortar”.
Si quieren especializarse en este tipo de fotografía, con una estética más compleja, deben tener muy claro si lo hacen por amor, por dinero, o por ambos, aunque entren en contradicción valores éticos y estéticos, porque es legítimo que suceda este tipo de cuestionamientos ya que tenemos que pensar también en nuestro sustento y no siempre se pueden satisfacer las dos necesidades a la vez: la espiritual y la material.
La sección Fotografiando sabores de Cubapaladar no solo exhibe la obra concluida, sino su proceso de creación. Háblame de esta experiencia.
Para hablar de esta sección, es indispensable referirme a Cubapaladar, grupo de trabajo que considero mi familia, con quienes me identifico y donde he encausado mi estilo y he marcado mis pautas artísticas. Ya tenía una buena experiencia en el universo culinario, pero la madurez profesional, indiscutiblemente, me la ha dado Cubapaladar. Fotografiando sabores significa capturar esencias, el espíritu de las preparaciones culinarias y de los cocteles, es arte en sí mismo. Un chef o bartender crea una composición, y luego la hago mía para reinventar sus texturas, sabores y olores a través de la imagen. Es una propuesta que, además de ser creativa e innovadora, me pone la vara alta, pues ya no solo debo recrear en imágenes las comidas y bebidas, sino también preciso trasmitir un concepto estético que conquiste el deseo de degustar “la obra”. Es un proceso complejo que no depende solo de mí, sino de muchas personas, incluso de nuestro más riguroso crítico: el público. Por ello, es tan importante el proceso de trabajo como el resultado. Es una experiencia muy enriquecedora y recíproca; me obliga a mantener una profunda búsqueda para perfeccionar mi obra.
Actualmente, no solo hago este tipo de fotografía, trabajo en varios proyectos de organizadores de bodas, con la revista D´Blanco; soy fotógrafo y guía de recorridos especializados de agencias de viajes, y hago fotografía documental para exposiciones y para mi satisfacción personal. Tengo en mente un par de proyectos de exposiciones con el tema culinario los que comenzaré a desarrollar tan pronto se den las condiciones logísticas para ello.
Licenciada en Ciencias de la Información y Bibliotecología en la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana. Graduada del primer Diplomado de Periodismo Gastronómico en Cuba, en 2015. Gestora cultural y directora (codirección) de la Agrupación Visual Gourmet. Directora (codirección) del Festival Gourmet. Ha escrito artículos de temática gastronómica para las revistas turísticas Sol y Son de Cubana de Aviación y Soy del Caribe de Aerocaribbean, para la revista de promoción cultural Cartelera y en sitios web A la Mesa y Cuba Paladar, Radio Metropolitana, Boletín Excelencias Gourmet y para el blog Taste of Cuba.