Frangollo cubano, un plato de pelea

por | 9 julio, 2020

En Cuba si alguien nos llama frangollo es motivo de ofensa y enojo, pues usualmente es término para designar a persona muy gorda y deforme –mírala está hecha un frangollo-. Pero lo que pocos saben es que frangollo también es un plato bien tradicional del oriente cubano y con una rica historia. Muchas veces resultó salvavidas de las tropas mambisas, y se dice que llegó a ser el postre preferido de Antonio Maceo, Lugarteniente General del Ejército Libertador. Te cuento su origen y tal vez te embulles a hacerlo.

El Frangollo no es un invento cubano, como muchos otros platos nos llegó de España. Se sabe que es un postre típico de Canarias a base de leche, harina de millo o maíz, limón, azúcar, pasas, almendras y canela. Pero no, no es ese el frangollo al cual nos referimos en este artículo, de ese solo se tomó el nombre, porque existen muchas variantes de la misma receta. Es más, desde el imperio romano ya existía el frangollo. La palabra, según el diccionario de la RAE proviene del latín frangre, que significa romper, y designaba a los granos quebrantados de cereales y legumbres. De ahí que la palabra frangollo, en España y en algunas partes de la América continental puede ser sinónimo de: chapuza, revoltijo y batiburrillo

En Argentina se le llama a los granos de maíz triturado, no muy fino, que se usan para darle como alimento a las aves de corral y a un postre dulce llamado mazamorra. Ahora, el plato de la cocina tradicional del oriente cubano, que se conoce como frangollo y que fue muy popular en las guerras de independencia al punto de ser el preferido del Titán de Bronce es hecho a partir de plátano. Sí, de plátano, banana, cambute, guineo, cuico, marteño o como quiera que les llaméis al fruto de Musa paradisiaca. La legendaria creatividad de los cubanos aguijoneada por las carencias que impuso la guerra, llevó a usar nombre español con ingrediente africano. De esta prolífera mezcla nació el frangollo cubano. En casi todo el oriente cubano se hacía en plena manigua y resultaba una bendición encontrarse con un platanal en plena producción, porque el fruto que no se comía maduro o hervido, se hacía turrones de frangollo.

José Martí, el mejor de los cubanos, también tuvo la oportunidad de degustarlo en los montes de Guantánamo y así lo refiere en su diario de campaña, el 15 de abril, cuando ofrecido por el guajiro José de las tropas de Felix Ruenes, formó parte de su desayuno: De mañana frangollo el dulce de plátano y queso, y agua de canela y anís caliente.

Todavía hoy, en la región de Baracoa, se continúa con la tradición. En muchas de las casas, sobre todo en las zonas rurales, se puede saborear como tentempié o postre. Yo tuve la posibilidad de degustarlo allí, en forma de barra o turrón, envuelto en hojas de plátano marchitadas a fuego. También en Bayamo, ciudad que atesora platos antiquisímos como el ahogagatos, el matahambre, la rosca blanda…, he tenido la ocasión de comerlo en el Mesón la Cuchipapa, la misma receta pero más a lo pastoso y un tanto estilizado, quizás por ser oferta de restaurante donde se exige refinamiento.

Frangollo

Su elaboración es sencilla, solo necesitas: azúcar, plátano verde, especias dulces y algo de grasa para el molde.

Para la elaboración:

Se pela el plátano y se corta en rodajas finas que se secan al sol (hay quienes por prisa o comodidad, prefieren freír el plátano estilo chicharritas). Después de secas se tuestan y se muelen para convertirlas en harina. Se prepara aparte un almíbar al hilo con azúcar y especias dulces que cuando está a punto, se baja de la candela y se le agrega la harina de plátano batiendo constantemente hasta lograr una masa homogénea, lo que sucede cuando se ve el fondo del caldero. Se vierte la masa en un molde, previamente engrasado y de superficie lisa. Al endurecerse se corta en tablitas cuadradas. Cada tablita se envuelve en hojas secas de plátano y ¡Listo! Es un dulce que dura varios meses si lo mantienes alejado de los insectos.

Sorprende a tu familia y amigos con este sencillo pero histórico postre. Y ya no hay que molestarse si alguien nos llama frangollo, porque ahora sabemos que es un postre cubanísimo que cautivó el paladar de grandes patriotas como Maceo y Martí.