La cerveza en Cuba: no solo sube la espuma

por | 19 noviembre, 2020

«¿Alguien se ha preguntado cuál es la génesis de esta remontada de los precios»?

“(…) Desgraciadamente todos los líquidos en general (…) están desaparecidos en CUC, al no haber otra opción los negocios privados tiene que comprarlos en MCL y eso sube muchísimo el costo del producto”

“Los precios se adelantaron a la reforma salarial”.

“En muchos lugares a 2.50 CUC. Creo que nunca más tomaré cerveza en un paladar”.

Estos y otros comentarios pululan por estos días en las redes sociales, y el epicentro es un líquido preferido por el cubano, aunque en realidad por el mundo entero: la cerveza.

Las circunstancias actuales han encarecido todo, y puede entenderse por el álgebra esencial del mercado (mayor demanda que oferta devenida inflación, dificultad para conseguir los productos, ausencia de mercado mayorista…) y uno de los rubros que más se echan de menos —con la paradoja de su precio ”de más” — es precisamente la tan popular y anhelada cerveza.

Foto: Cubapaladar

Pudiera estarse hablando mucho tiempo y emborronando no pocas cuartillas sobre las bondades[1] de la “fría”, independientemente de su procedencia (Eslovaquia y Alemania entre sus mejores productores) pero en términos generales, es una verdadera mina de salud, siempre, como es lógico, que no se incurra en excesos como debe procederse ante cualquier bebida alcohólica, por muy inocua que parezca o de hecho sea.

Es algo que pudiera patentar el burro de Mayabe, como se sabe, uno de los grandes cerveceros del país (no sé si aún sobrevive el titán holguinero de la ”cerva”), y sobre todo, cualquier dietista, bioquímico o doctor especializado en alimentación, pero, sea usted fan del preciado líquido o no, lo cierto es que se atraviesa por un momento difícil respecto a la cerveza, lo mismo la nacional que la foránea.

Foto: Cervecería Bucanero S.A

Antes de la pandemia, ya era difícil localizarla en las tiendas recaudadoras de divisas, donde como se recordará, eran a 1 CUC en el caso de las locales (Cristal o Bucanero) y un poco más las de procedencia extranjera, pero ante las peculiaridades de nuestro mercado, dueños de pequeños o grandes negocios gastronómicos la ofertaban a un precio que oscilaba entre 1.50 y 2.00 CUC, sobre todo en restaurantes.  Hoy solo puede adquirirse a ese último precio en los llamados “timbiriches” privados, mientras en los paladares y bares debe abonarse entre 2.50 y 3.50 CUC para degustarla, con cierta peculiaridad en algunos de ellos, en que se oferta a granel (termos equivalentes 3 ó 4 jarras que pueden salir entre 15 y 17 CUC) mientras en los estatales un “pepino” cuesta 120 CUP   (la jarra viene costando 40 CUP).

Foto: Ahora.cu

¿A qué se debe tal encarecimiento, que ya se ha tornado nacional, según reportes de usuarios y propietarios en provincias?.

Una investigación de Cubapaladar apoyada en declaraciones y comentarios rastreables en las redes sociales como los arriba consignados, explica el inevitable encarecimiento de la cerveza sobre todo por la desaparición en las tiendas en CUC y su localización solo en las de MLC, con las consabidas dificultades para la adquisición de la hoy imprescindible moneda y su limitación para su entrada al país; la concentración de venta un solo día; la no diferenciación de precios respecto a marcas y  calidades y la exigencia de llevar el vacío cuando de botellas se trata.

Desde el bar-restaurante Bombay en Holguín, su dueño Roberto Guio nos comenta que: “Ahora mismo el mercado está desbastecido, pero cuando lo he tenido el precio es a 50.00 MN, importadas o nacionales, y da igual de botella o de lata, el precio es el mismo”. Mientras que en La Habana la cafetería Cakes Daisy en la Víbora la cerveza nacional tiene un precio de 65 CUP y el popular restaurante El Vampirito 3 CUC, por otro lado el administrador de La Kapital señala que «Está muy difícil conseguirla, teniendo en cuenta todos los costos que se incurre en la adquisición de la misma, a pesar de comercializarla en 3 CUC, las personas me las vuelan«.

Foto: Restaurante El Libanés

A todo ello se suman los gastos de transporte, como quiera que cuando los dueños de establecimientos privados no disponen de ello necesitan rentar autos para el traslado de las tiendas a sus almacenes. Ni aún la existencia de Mercabal, que vende al por mayor, es suficiente pues solo permite una caja por usuario y generalmente embotellada.

Katherine Travieso de los Reyes y Rafael V. Aguila, de Vedado Buffet, se suman a los testimonios, al comentar que su restaurante “en estos momentos no está teniendo entrada de dólares americanos» y agregan: “No hay un patrón que pueda predecir o estudiar una estrategia y determinar qué tipo de cerveza puedes vender a un precio o a otro”.

O sea que, por el momento (una unidad temporal que, lamentablemente, amenaza con ser bien duradera y puede implicar mayor encarecimiento y hasta mayor escasez) cuando usted disfrute de una agradable “fría” de cualquier marca, no se lamente demasiado si debe abonar un precio que triplica su valor original; todo lo contrario: siéntase privilegiado: muchos de nuestros coterráneos no pueden darse el lujo…ni siquiera el burro de Mayabe.

[1] La cerveza mejora la piel seca en los labios y comisuras, evita la formación de aftas bucales, la descamación de la piel en psoriasis y esclerodermia; favorece la formación de colágeno, el crecimiento de cabellos y uñas; es un neurotransmisor antidepresivo; mejora síntomas como insomnio, ansiedad, depresión; aumenta el metabolismo de los estrógenos, alivia el síndrome de tensión premenstrual,  participa en la degradación de proteínas y su eliminación renal; a; evita malformaciones del tubo neural en el embarazo; junto a la vitamina B 12 disminuye la homocisteína —factor inflamatorio del endotelio de las arterias, con lo que disminuye el riesgo de arterioesclerosis—…y mucho más.

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Acerca de Frank Padrón

Licenciado en Filología en la Universidad de La Habana, especializado en Literatura Cubana. Ha realizado posgrados acerca de la cultura nacional y universal. Escritor, crítico de artes y comunicador audiovisual; cuenta con más de quince libros publicados, algunos de los cuales han recibido reconocimientos (inter)nacionales, en los géneros de ensayo, narrativa y poesía, entre ellos Co-cine. El discurso culinario en la pantalla grande (2011), con el cual obtuvo premio a nivel de categoría (food literatura) y resultó finalista en la etapa final, dentro del prestigioso concurso Gourmand World Cookbooks Award, con sede en Madrid, España; ha curado varios ciclos sobre cine y gastronomía que se han presentado en salas de la capital e investiga desde hace varios años acerca de las relaciones entre la cocina y otras artes, lo cual vuelca en su columna en la revista Excelencias Gourmet.