La Peña del Cimarrón

por | 14 junio, 2016

A mi padre, con todo mi amor

Todos los segundos domingos de cada mes un restaurante habanero es escenario de un evento sencillo, pero de emotiva dimensión humanitaria: la ya notable Peña de El Cimarrón, actividad cultural nacida de un proyecto social abierto a cualquier interesado en participar, pero fundamentalmente dirigido a personas de la tercera edad y a niños de la localidad vinculados a programas culturales. Este proyecto, ideado y financiado por los dueños de la paladar, los hermanos Tere y Alexis, y su colectivo de trabajo, funciona desde abril del 2013. El lugar presta su espacio también para realizar exposiciones de artes plásticas.

cimarrón

Esos días, ancianos del municipio (también de otras partes) se reúnen para cantar, recitar y bailar, a la vez que consumen dulces, refrescos, un gratificante vinito, té, chicharrones (crujientes y frescos) y la tradicional caldosa, ofertados de forma gratuita. La cercanía del sitio les permite llegar caminando sin tener que emplear un molesto y moroso transporte urbano; de esta forma desperezan sus piernas, salen de las aburridas rutinas hogareñas y olvidan los problemas, como ellos mismos confiesan.

La primera tarde en que participé en la Peña, dialogué con la coordinadora de estas actividades, Zenaida Díaz García, una señora pasados los ochenta, pero de una vitalidad y fortalezas envidiables por cualquier joven, quién me explicó el significado que para todos tenía este mensual evento: «Los abuelos lo esperan con ansiedad y representa la oportunidad de intercambiar entre nosotros y con los más jóvenes, recordar momentos vividos y las melodías que marcaron nuestras vidas». No solo los propios ancianos bailan, recitan y cantan ―algunos de ellos cual verdaderos profesionales―, también artistas de la talla de Alden Knight, César Pedroso, Pupi, y Jorge Prieto, entre otros, han regalado su arte para todos los presentes.

 cimarrón patio

Eventos como este debían proliferar mucho más en todos los municipios de la ciudad. El envejecimiento de nuestra población nos obliga a emprender acciones que mejoren la calidad de vida de los ancianos y les garanticen un sano esparcimiento, al alcance de sus ya reducidas habilidades.

Una octogenaria y energizante conga, a la cual me sumé, fue el cierre de aquella especial ocasión. El júbilo de sus veteranos rostros mejoró mi estado de ánimo y me incitó a escribir este texto en el que invito a todos los jóvenes, viejos y menos viejos a frecuentar este tipo de actividades. Nuestros abuelos precisan de nuestra presencia para que su alegría sea completa. Y créanme, nosotros también necesitamos de el.

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Acerca de Mayda Arguelles

Mayda es licenciada en Filología en la especialidad de Literatura Cubana. También estudió Inglés en la Lincoln hace ya un tiempo. Durante más de treinta años se ha dedicado a editar libros de casi todas las temáticas en la Editorial José Martí. Ha colaborado con la Editorial Félix Varela de la Universidad de La Habana y fungió como correctora durante un breve período en el periódico Trabajadores. Ahora se adentra con entusiasmo en el aromático mundo de la culinaria trabajando como editora en Cuba Paladar. Su pasión son los libros en toda la gama de géneros posibles. Escribe poesía y textos humorísticos impublicables, según ella, pero que la ayudan mucho a soñar y reír en solitario y entrenan su sentido del humor y capacidad para la comunicación.