La cultura asiática viaja de un continente a otro, es tan milenaria y fuerte que trasciende hasta llegar a las manos de cada hombre dispuesto a aprenderla y continuar con el legado. No importa de donde pueda ser tu ascendencia, no importa si no lo estudiaste en una escuela, lo necesario para Enrique Rodríguez González, escultor empírico de solo 30 años de edad, que decidió hace diez años atrás trasladar el arte de Mukimono a Santa Cruz del Norte, Provincia Mayabeque, es el empeño.
Muchos no saben en esencia lo que es el Mukimono, ni su surgimiento, la realidad es que es el arte del tallado de frutas y verduras, se inició en la China en los siglos XVI y XVII, esto fue en la Dinastía Tang. Desde esa época este arte de la escultura en frutas y verduras se ha difundido a otros países. Es una técnica que se emplea en alta cocina con fines meramente decorativos, aunque en ocasiones se sirven estas creaciones como guarniciones en determinados platos, normalmente postres.
Nos deslumbra su estética, su trabajoso diseño y las tantas horas de precisión y escogida de las materias primas adecuadas y las frescuras de las mismas para que la obra de arte surja, quizás como alguna expresión artística de arte efímero a través del alimento.
Desde sus humildes palabras, quizás como un artista tan natural, apasionado y comprometido con lo que hace, Enrique nos comenta sobre su formación. ¿Cómo llegó al mundo de la gastronomía y a especializarse en el arte del Mukimono?
Después que terminé el servicio militar me avisaron de una convocatoria en el hotel cerca de mi comunidad, necesitaban un decorador que tallara las frutas y vegetales y me hicieron algunas pruebas, me aceptaron.
Los instrumentos para esculpir madera y las técnicas son muy parecidos con las que se trabajan en la talla de alimentos. Con la energía de un joven con aptitudes para la escultura en madera y piedra, nació sin darse cuenta un especialista en el arte milenario chino. Me especialicé estudiando y principalmente en la práctica, todos los días…
Mis inicios fueron en el Hotel Memories Jibacoa y Villa Trópico y años más tarde estuve prestando servicios en el Hotel Nacional de Cuba y en el Hotel Capri en algunas ocasiones.
La práctica de este arte permite potenciar el desarrollo de la creatividad, podríamos decir que el único límite es la imaginación. ¿Cuál de sus obras considera que ha sido la de mayor envergadura o valor artístico?
En este arte la imaginación es muy importante a la hora de crear una obra; para mí las obras más difíciles han sido las de chocolate ya que hay trabajarlas en ambientes a temperaturas adecuadas para que la escultura no se rompa y mantenga la consistencia.
Para mi toda mi obra tienen mucho valor artístico y sentimental a la vez, ya que puedo expresar mis alegrías y mis tristezas.
Desde la simpleza de sus palabras Enrique nos hace reflexionar de lo que implica tener una vocación empírica y llevarlo a cabo todos los días. No tiene una obra en específico porque lo que sus manos hacen surgir diariamente para que tantos y tantos puedan apreciar y que durará horas preservarlo le basta para sentirse satisfecho y encontrar en todas sus piezas algo distintivo y único para no tener una preferida.
¿Cuál es el principal problema de trabajar con verduras y frutas?
El principal problema de este arte es que las obras duran muy poco, un día o dos debido al clima muy caluroso. Con respecto a este tema también es que se trabaja con frutas y vegetales de estación; no hay variedad para realizar contrastes de colores.
¿Considera que en Cuba se le deba dar mayor importancia a difundir este arte? ¿Pudiera ser una asignatura más en las escuelas culinarias del país?
Pienso que sí, se le debe dar más valor y pudiera ser una asignatura más ya que es algo muy bonito y especial que aporta belleza y decoración a las mesas de buffet y restaurantes, además de ser una cultura milenaria que vale la pena difundir.
He asistido a varios concursos por la Asociación Culinaria de Mayabeque, por ejemplo, a un evento realizado en el Museo de Bellas Artes en la Habana por los 500 años de la Villa y otros eventos que se realizaron en el Palacio de las Convenciones y el Pabellón Cuba y conjunto con el paladar de Los Amigos, he ido a Plaza América en Varadero para exponer las piezas.
Además de ser algo llamativo por su belleza, la decoración que aporta a los diferentes lugares que se emplea como bodas, fiestas de quince años, buffet cumpleaños, entre otros, tiene su aporte en la alimentación porque algunas pueden ser comestibles como las de chocolate y algunas frutas y vegetales.
Sin dudas una interesante práctica artística vinculada estrechamente a la cultura culinaria, la realidad nos demuestra que aún le falta mucho camino por recorrer.
En la actualidad, gracias a la labor del chef Adolfo Enrique Espinosa Cobos, quien es también miembro de AACATI Asociación de Arte Carving y Arte Thai Internacional, Cuba se satisface por tener la primera escuela de Cocina Artística.
Este chef lleva a cabo un hermoso proyecto «El arte salva» con acciones que ayudan a fortalecer este arte en la isla, así como la participación en eventos a nivel internacional, en el 2020 un equipo de chefs hoteleros representó a Cuba en el Concurso Internacional de Arte Mukimono. Con pasos agigantados y mucho empeño poco a poco nuestra isla va buscando su espacio y reconocimiento en el ámbito internacional.
Mientras tanto un joven mayabequense desde su habitual espacio del Hotel Memories Jibacoa, va por más y aunque hoy en día la situación epidemiológica no le permita continuar y poner sus manos a disposición del arte culinario, como buen emprendedor este creador no se detiene y redimensiona su vida y su profesión, sigue creando, practica para perfeccionar su técnica y volver a deleitar la vista de muchos al regreso al hotel. …y estoy haciendo esculturas de piedra. Alejado de la fruta, los vegetales y el chocolate Enrique no se amilana y alberga las esperanzas en poner muy pronto su arte sobre las mesas del hotel que vio nacer su oficio.
Soy psicóloga graduada de la Universidad de La Habana, aunque mi primera formación es de arte. Graduada también de teatro, le debo a ello mi sensibilidad y la manera de apreciar el mundo e interactuar en él.