La Casa de la Amistad, hoy conocida morada que da la bienvenida a amigos del mundo entero, fue testigo en los inicios del siglo pasado de un bello y arriesgado amor protagonizado por Catalina Laza del Río Noriega, una bella mujer natural de Matanzas, y Juan Pedro Baró, uno de los principales hacendados azucareros de la Isla y capaz financiero. Ambos estaban casados cuando se conocieron, circunstancia que, dados los prejuicios inherentes a aquella época, complicaba la realización de sus íntimos anhelos.
Se conocieron en uno de los grandes salones de baile del París de entonces. Así comenzó una oculta relación amorosa, descubierta por la lenguaraz y posiblemente envidiosa tía del esposo de esta bella dama, quien hasta contrató a un detective privado que sorprendió a los amantes en plena «escena del crimen»: una lujosa suite del hotel Inglaterra. Mas como lo que sucede a veces por malo que parezca también conviene, los enamorados decidieron dejar a sus esposos y hacer público su amor.
Lógicamente, la pacata aristocracia habanera castigó con creces a los amantes. El agraviado esposo de Catalina la acusó de bigamia y el revuelo en torno a ellos, con la complicidad de la prensa, fue de altura, por lo que ambos tuvieron que marchar al extranjero. El Papa Pío XII, al cual apelaron (y pudieron acudir, pues eso sí el dinero abundaba), intervino en la historia y finalmente disolvió el matrimonio de Catalina. Posteriormente (año 1917) los integrantes de la nueva pareja se divorciaron de sus respectivos cónyuges. Fueron estos los primeros divorcios oficialmente registrados en Cuba. ¡De armas tomar fueron estos cubanitos! Y fuerte también su amor.
Posteriormente, el acaudalado Pedro Baró ordena la construcción de la casa motivo de nuestro interés, espléndido palacete, primero en inspirarse en el estilo Art Decó en la Isla. Allí vivieron un corto período dolorosamente interrumpido por la muerte de la esposa. Cuentan que la misma rancia aristocracia que una vez los repudiara asistió a la inauguración del caserón en octubre de 1927. Cosas de la vida, del poderoso caballero don dinero y de los veleidosos comportamientos del género humano.
En la actualidad, esta mansión continúa siendo un templo dedicado al amor y también a la amistad. Sus diversos locales están destinados al desarrollo de eventos, exposiciones, conferencias, talleres… y, sobre todo, a ofrecerle al amigo visitante auténticas manifestaciones de la cultura cubana a través de la danza, la plástica, la música y la gastronomía, pues allí se brindan servicios de restauración con lo más genuino de la culinaria cubana e internacional y una selecta coctelería.
Mayda es licenciada en Filología en la especialidad de Literatura Cubana. También estudió Inglés en la Lincoln hace ya un tiempo. Durante más de treinta años se ha dedicado a editar libros de casi todas las temáticas en la Editorial José Martí. Ha colaborado con la Editorial Félix Varela de la Universidad de La Habana y fungió como correctora durante un breve período en el periódico Trabajadores. Ahora se adentra con entusiasmo en el aromático mundo de la culinaria trabajando como editora en Cuba Paladar. Su pasión son los libros en toda la gama de géneros posibles. Escribe poesía y textos humorísticos impublicables, según ella, pero que la ayudan mucho a soñar y reír en solitario y entrenan su sentido del humor y capacidad para la comunicación.