En la reunión que tuvo el equipo en pleno de Cubapaladar a propósito de su segundo año de vida activa, primó algo que caracterizó a tan heterogéneo y sin embargo complementario colectivo: la armonía, la comunicación y la conciencia de participar en un proyecto hermoso y saludable.
No podía faltar la degustación, que tras resúmenes, planes y perspectivas informa siempre este tipo de encuentro.
Aunque abundante y variada, la merienda (que llegó a cena a juzgar por la hora en que terminó) tuvo la misma irregularidad de las fuentes que la nutrieron, lo cual nos dejó una lección acerca de a qué paladares y servicios acudir para futuras reuniones.
Vino, cerveza y un bien mixturado jugo de varias frutas constituían lo más solicitado entre las bebidas.
Lo mejor fueron los inicios, con unos deliciosos canapés vegetarianos concebidos por la creativa cocinera empírica y colaboradora de Cubapaladar Abanay Quiñones: tomates rellenos con otras verduras y de inmediato berenjenas que también abrigaban un interior de esa suerte; aunque hubo ciertas críticas respecto al primero (pues algunos consideraban que debían estar cocido) a mí al menos me resultó perfecto.
No demeritó tan exquisito entrante lo que siguió, proveniente del Bar Ideas: salmón ahumado relleno con queso crema, queso azul y uvas pasas, cebiche de pescado y ensalada de camarones.
A partir de esa arrancada gourmet, la merienda decreció a platos no solo convencionales, sino deficientemente facturados provenientes de Los 3 Chinitos, Doña Alicia y La Saga: pizzas harinosas y pobremente mezcladas; tostones rellenos prácticamente crudos; papas fritas socatas; nuggets de pollos con más empanizado que carne, y ausente de una mejor elaboración. Lamentablemente, estos tres últimos lugares no pasaron la prueba básica de un equipo multidisciplinario de críticos culinarios.
Afortunadamente el postre volvió a levantar la parada con uno de esos dulces elaborados por la chef Yamilet Magariño: una torta de chocolate matizada con jengibre, maní y otros nada habituales ingredientes que fueron develados tras un concurso donde los participantes trataron de adivinarlos.
Nuestra colega Ania, con su probada agudeza, fue la que más se acercó a la conformación de la receta: tras la elegancia con que el chef Enoch seccionó el pastel (toda una clase práctica) degustamos, y a modo de colofón su colega, la muy talentosa Niove contó algunas de sus experiencias en la mixtura de cocina y otras artes, sobre todo la más reciente en la Feria del libro, dentro del panel sobre Lezama.
Fue una tarde hermosa y feliz, que también contó con la presencia de la directora del Proyecto Cocina y Cultura Alimentaria, la infatigable Dra. Wally Thompson.
Ese espíritu emprendedor y solidario resultó lo mejor del encuentro, de modo que, junto a las varias delicatesen, se me olvidó el hecho de que horas después, aun repetía el aceite saturado de las papas fritas.
Licenciado en Filología en la Universidad de La Habana, especializado en Literatura Cubana. Ha realizado posgrados acerca de la cultura nacional y universal. Escritor, crítico de artes y comunicador audiovisual; cuenta con más de quince libros publicados, algunos de los cuales han recibido reconocimientos (inter)nacionales, en los géneros de ensayo, narrativa y poesía, entre ellos Co-cine. El discurso culinario en la pantalla grande (2011), con el cual obtuvo premio a nivel de categoría (food literatura) y resultó finalista en la etapa final, dentro del prestigioso concurso Gourmand World Cookbooks Award, con sede en Madrid, España; ha curado varios ciclos sobre cine y gastronomía que se han presentado en salas de la capital e investiga desde hace varios años acerca de las relaciones entre la cocina y otras artes, lo cual vuelca en su columna en la revista Excelencias Gourmet.