Los productos alimenticios también pueden ser valorados por la calidad con que se gestionan, afirmación que fue ratificada el pasado sábado 1ro de febrero en el Proyecto Cocina y Cultura Alimentaria, por la MsC. Ing. Eliset E. Errasti Arrebato, consultora Gerencial y especialista en Inocuidad de los Alimentos.
Las puertas de la Librería Alma Máter se abrieron nuevamente- por primera vez en este 2020- a esta iniciativa que dirige y coordina el chef Enoch Tamayo, en esta ocasión con la conferencia “Productos alimenticios: Reconocimiento a su Calidad”.
En un primer momento de la mañana, Errasti Arrebato mencionó ejemplos de premios que se han entregado a la calidad en la Gestión Empresarial, reconocimientos que constituyen una práctica internacional como vía para estimular el mejoramiento continuo de la calidad y elevar los niveles de la producción y los servicios. “No son muchos los que ganan los premios porque tienen muchos requisitos”.
Primeramente, nombró el Premio Giraldilla, acuerdo del I Taller Provincial de Cultura por la Calidad realizado en 1995 en La Habana, donde se planteó propiciar y organizar un premio a la gestión de la calidad, pues los empresarios presentes reconocieron que no existía tal distinción.
Sobre este punto, Madelaine Vázquez Gálvez, coordinadora de CUBASOLAR, propuso crear premios intermedios para estimular a pequeñas empresas cubanas, estatales y no estatales, con creatividad y con productos de calidad, que no tienen las vías para ser reconocidos.
La especialista habló de cuan larga puede ser una cadena de alimentación y la necesidad de cumplir con los estándares establecidos que garantizan una correcta higiene y manipulación de los alimentos.
“Si el producto tiene normas, como por ejemplo los jamones, hay que conciliar con la norma y a partir de ahí existe una especificación propia del producto, que no puede diferir de las normas de rango superior”, acotó la máster cubana.
Entre las buenas prácticas señaló que se deben combinar los procedimientos de fabricación, con la calidad, para garantizar que los productos se fabriquen de forma consistente con respecto a sus especificaciones y evitar la contaminación del alimento por fuentes internas o externas.
En este sentido habló del El Codex Alimentarius o “Código Alimentario”, un código de normas mundiales que todos los que integran la cadena alimentaria pueden seguir. Es al mismo tiempo una cuerda de salvamento para los países que continúan trabajando en el fortalecimiento de sus sistemas nacionales de control de la inocuidad de los alimentos.
Al respecto, insistió en la necesidad de que cada productor cuide la información en las etiquetas (valores nutricionales, fechas de vencimiento, peligros biológicos, químicos, físicos y nutricionales). Asimismo, aclaró que ningún producto debe de salir al mercado, no aspirar a un reconocimiento a su calidad, sino tiene un registro sanitario.
Finalmente, Errasti Arrebato se refirió a la experiencia positiva de FIAGROP 2019, evento al que asistieron alrededor de 200 expositores, 450 ganaderos líderes y delegados de más de una veintena de países, así como representantes del sistema de la Agricultura de 14 de las 15 provincias del país, productores, cooperativas agropecuarias y empresas. Esta edición estuvo dedicada al desarrollo de la ganadería bovina, rama más afectada por el período especial y que no logra aún su total recuperación.